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Escaner radiológico

Radionucleidos de uso médico

Radionucleidos de uso médico

En medicina nuclear, un determinado radionucleido es administrado al paciente, con el objetivo de investigar un fenómeno fisiológico específico por medio de un detector especial, generalmente una cámara gamma, ubicada fuera del cuerpo. El radionucleido inyectado se deposita selectivamente en ciertos órganos (tiroides, riñón, etc.) pudiendo verse desde la cámara gamma el tamaño, la forma y el funcionamiento de dichos órganos. La mayoría de estos procedimientos son de diagnóstico, aunque en algunos casos se administran radionucleidos con fines terapéuticos.

Los radionucleidos útiles en medicina nuclear son los siguientes:

  • Diagnóstico “in vivo”: emisores gamma de vida media corta (tecnecio-99 metaestable, indio-111, yodo-131, xenon-133 y talio-201) y emisores de positrones de vida media ultracorta (carbono-11, oxígeno-15. flúor-18 y rubidio-82).
  • Diagnóstico “in vitro”: emisores gamma (yodo-125, cromo-51 y cobalto-57) y emisores beta (tritio y sodio-24).
  • Terapia: emisores beta (yodo-131, ytrio-90 y estrocio-90).

Uso de radiofármacos

Los radiofármacos son sustancias susceptibles de ser administradas al organismo vivo con fines diagnósticos o terapéuticos, investigando el funcionamiento de un órgano. En la actualidad, se utilizan con fines diagnósticos de 100 a 300 radiofármacos.

Los  isótopos utilizados tienen una vida media corta de minutos, horas o días y se preparan en laboratorios de radiofarmacia garantizando así sus propiedades y su pureza.

Los radiofármacos suelen administrarse formando parte de moléculas sencillas o unidos a moléculas más complejas para ser distribuidos en los órganos que se quieren explorar.

Los radionucleidos emisores de positrones se utilizan en la técnica denominada tomografía de emisión de positrones (PET). Los positrones emitidos por estos radionucleidos se aniquilan con los electrones atómicos, dando lugar a dos rayos gamma que se propagan en direcciones opuestas y son detectados con una gammacámara que tiene detectores ubicados a ambos lados del paciente. Este método se emplea para evaluar, entre otros, el funcionamiento del corazón y del cerebro.

La calidad de las imágenes obtenidas con estos equipos es superior a la de los equipos convencionales. Actualmente, debido a su alto coste y alta tecnología, sólo existen equipos comercializados en países con alto nivel de tecnología médica. El alto coste y la alta tecnología que se requiere se deben a que para producir estos isótopos hay que disponer de un ciclotrón.

Otra técnica importante es la gammagrafía, que detecta la  radiación gamma emitida por el radiofármaco fijado al órgano que se desea estudiar, en un equipo denominado gammacámara, cuyo detector se sitúa sobre el órgano, recibiendo los fotones procedentes del radiofármaco.

Estas señales se transforman en impulsos eléctricos que serán amplificados y procesados por medio de un ordenador. Esta transformación permite la representación espacial sobre una pantalla o placa de rayos X, sobre papel o la visualización de imágenes sucesivas del órgano para su posterior estudio.

En la actualidad, las gammacámaras permiten obtener cortes tridimensionales del órgano, mejorando la calidad de los estudios y la sensibilidad diagnóstica.

La gammagrafía tiroidea consiste en la obtención de la imagen de la glándula tiroides, administrando al paciente un isótopo, como puede ser yodo-131 y tecnecio-99, que se fija en las células de esta glándula. Se emplea para diagnosticar la presencia de alteraciones de la forma, volumen o función tiroidea, como bocios, hipertiroidismo, cánceres de tiroides, etc.

La gammagrafía suprarrenal permite obtener información sobre la forma y la función de las glándulas suprarrenales, cuyas disfunciones pueden provocar la aparición de enfermedades como la Enfermedad de Addison, el Síndrome de Cushing, etc.

Con diferentes isótopos y formas de administración pueden estudiarse enfermedades cardiovasculares (anginas de pecho e infartos de miocardio), digestivas (desde quistes o tumores a trastornos digestivos o de absorción intestinal) y pulmonares (afectación tumorosa de los pulmones).

La gammagrafía ósea permite diagnosticar infecciones y tumores en los huesos, mediante la detección de la acumulación del radiofármaco inyectado al paciente en las zonas afectadas.

Los estudios del sistema nervioso central (SNC) con estas técnicas de gammagrafía son de gran utilidad para evaluar los diversos tipos de demencias, epilepsias y enfermedades vasculares o tumorales, que no pueden detectarse por resonancia magnética nuclear o por tomografía axial computerizada (TAC).

Radioinmunoanálisis

La técnica analítica denominada radioinmunoanálisis, permite detectar y cuantificar las sustancias existentes en sangre y orina, y que son difíciles de detectar por técnicas convencionales. Se realiza a través de la combinación de la unión anticuerpo-antígeno con el marcado con un isótopo, generalmente yodo-125, de uno de estos dos componentes, habitualmente el antígeno.

Para realizar este tipo de análisis, el paciente no entra en contacto con la radioactividad, ya que los análisis se efectúan en la sangre extraída del paciente. Por esta razón, esa especialidad de medicina nuclear se denomina “in vitro”.

Es una técnica de gran sensibilidad, especificidad y exactitud, que se aplica a diversos campos:

  • Endocrinología: determinaciones de hormonas tiroideas, suprarrenales, gonadales y pancreáticas con test dinámicos de estímulo y frenado.
  • Hematología: determinaciones de vitamina B12, ácido fólico, etc.
  • Oncología: determinaciones de marcadores tumorales para el diagnóstico y seguimiento de tumores.
  • Virología: determinaciones de marcadores de hepatitis B y C.
  • Farmacología y toxicología: determinaciones de fármacos en sangre, detectando posibles sensibilizaciones del organismo ante las alergias.
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Fecha publicación: 2 de octubre de 2015
Última revisión: 30 de enero de 2020